Ley DJ no solo domina como pocas la materia prima que
maneja: también sabe olfatear el factor ambiente para adaptarse como un guante
al espíritu que preside cada recinto, cada noche, cada ocasión. En esas
extenuantes ceremonias del baile que trama, presididas por un sesgo freestyle
que casa por completo con lo alternativo, lo mismo caben los más rabiosos y
actuales petardazos de indie dance como los clásicos pop y rock de toda la vida
e incluso los guiños a la electrónica ochentera.
Su única regla es la implacable ley del ritmo, la pulsación
emocional que hace de su público un rehén incondicional de su buen hacer en la
cabina, desde la que siempre hay espacio para la sorpresa, los remixes
insospechados y la interacción permanente con la pista...